Juan dumond Ch.
1979: Dos personas amigas. Dos vidas demasiado cortas que se acabaron - ¿Se acabaron?- no, esas vidas se han consumido por amor de Cristo y de su pueblo. Hugo Echegaray en Abril, Fanny Abanto en noviembre.
Entraron totalmente en el amor sin límites del Dios que está en nosotros, entre nosotros. Siguen con nosotros; los dos tenían la misma edad.
Conocí a Hugo en Francia; lo encontré en la estación de un bus, cerca de Chamonix en los Alpes; él estudiaba en Lyon; venía a participar en un encuentro de profesores de cuatro continentes. El me hizo leer las primeras separatas en francés sobre la Teología de la Liberación; hablaba con pasión de su pueblo, de su iglesia. Después, cuando venía a País, nos escapábamos para visitar unos museos, por ejemplo los impresionistas. Poco a poco, con una amistad exigente, me orientó hasta su Perú, me recibió, me propuso unos caminos en la Iglesia. Yo probé cómo un intelectual podía poner su inteligencia al servicio de Cristo y de sus preferidos; se metió a la escuela de los pobres; y esos pobres han regalado a Hugo una renovada comprensión de Cristo.
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¿Y Fanny? Llegué al Perú a fines del 75; viajé a provincias por primera vez en mayo del 76. Tumbes, Piura, Chiclayo, Trujillo, Laredo, Chimbote, buscando a maestros deseosos y capaces de evangelizar al mundo de la educación. Llegué a Chiclayo, vi a unos pocos profesores/as a religiosos, a sacerdotes que me recibieron como un hermano: todo el mundo me decía “hay que conocer a Fanny”. Y yo,, una vez, dos veces, diez veces fui a la casa de Fanny Abanto, en la calle frente a la Normal ; he conocido al papá, a la mamá; yo he admirado los enormes camotes de la chacra y probado la hospitalidad de la familia. Pero Fanny estaba en la escuela, en el sindicato, alfabetizando a las señoras de los PP.JJ se reunía con los lustradores de zapatos, visitaba a los presos políticos y otros presos, animaba la comunidad cristiana de Reque, de la Victoria, etc. ¡Venía tarde a casa!
Por fin conocí a Fanny y arrancó el pequeño equipo.
Se hablará de Fanny, mujer militante sindical, pedagoga dentro y fuera de la escuela, sembradora de Comunidades Cristianas, amorosa de la vida, de los paseos en tierra de Chachapoyas y otras tierras. Yo hablaré de otros aspectos que a veces no se encuentran en los militantes.
v Para ella el “sí” era “sí”; el “no” era “no”, sea en su familia, sea en la escuela, en el sindicato, en la iglesia. Lo decía con dulzura y firmeza; por eso la castigaron y en 1978 en su colegio la pasaron de secundaria a primaria, en 1979 la cesaron. Por eso en la huelga el 78 la golpearon y la detuvieron y ella no aceptó la intervención de su papá para liberarla; por eso caminó hasta caer de un derrame cerebral y murió son disfrutar de los privilegios de los ricos, de esa muerte, yo soy testigo.
v Un segundo aspecto: ella buscaba la verdad y la decía, cueste lo que cueste, pero nunca actuó con sectarismo que es una de las más grandes plagas de los militantes. Buscaba la unidad, en el servicio concreto del pueblo. En las luchas magisteriales y las del pueblo, visitaba a los presos de cualquier tienda política e invitaba a los demás a hacer lo mismo. Así yo recibía llamadas para hablar con unos dirigentes del Sutep detenidos en la Guardia Republicana (1979) y ella se mataba para ayudar a los familiares de esos detenidos.
v Un tercer aspecto: los militantes busca formar militantes, eso está muy bien; Fanny lo hizo, pero era discípula de alguien que amaba y privilegiaba a los pequeños, a los pobres. Por eso se hizo “comer” hasta lo último de sus fuerzas por la gente que la necesitaba; lo hizo sin mirar su cansancio ni esperar cualquier beneficio político, sindical, eclesial, personal. La gente que la buscaba era pobre; siendo los pobres rostros de Cristo, se tenía que: escucharlos, servirlos, amarlos. Esa es una gran lección para nosotros; si no tenemos en nuestras vidas un amor gratuito a favor de niños, enfermos, ancianos, presos o gente que llamamos “irrecuperable!, no seremos discípulos de Cristo.
v Por fin Fanny me fortaleció en mi fe en la Resurrección. La celebración de su entierro fue la proclamación de su Resurrección por el pueblo entero.
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Cada uno de nosotros tiene sus santos preferidos, yo como los demás: Jeremías el profeta, Juan Bautista, Francisco de Asís, Santa Teresita, Carlos de Foucauld Fernando un amigo campesino que se convirtió en la edad adulta y murió en la resistencia contra el nazismo, Hugo Echegaray, Fanny Abanto, pequeños granos de trigo inmersos en tierra de humanidad, orientadores y salvadores de la humanidad, con quienes caminamos en Cristo nuestro camino.