TU VOZ
Tu voz, lucero súbito
caído en medio de la herida oscura
de mi Pueblo,
nos confió que existe un mundo
saturado de sol
al otro lado del tormento
Tu voz,. estrella madrugadora,
nos invitó a seguirla
y se tendió como un puente cristalino
para sostener nuestra marcha
hacia la cara iluminada de la vida
donde la dicha está creciendo cada día.
Tu voz, tenue briza
que peina las tristes cabelleras de tus niños.
Tu voz, rugiente vendaval
que desde las barriadas levanta polvaredas
para ir a abofetear
las cínicas carcajadas extranjeras,
la risa inmunda de los ricos.
Tu voz, campana trepada en altas torres
diciendo a los cuatro vientos
que el mañana está latiendo
en las manos de éste nuestro Pueblo,
en su fuerza cósmica
que roturando tiempos.
TU BOLSO
Tu bolso, Fanny, lo recuerdo palpitante
cual inquieto corazón.
Tu bolso, de cuyas entrañas
brotaban puntualmente volantes aurorales
calientes y sabrosos
como panes recién horneados.
Fábrica de esperanzas mañaneras.
Tu bolso, en cuyo fondo
un rojo lucero palpitaba,
y paría cada madrugada
un grito, una poesía, una oración.
Cofre repleto de Buenas Nuevas.
Tu bolso, perseguido
por fieras mercenarias
para arrancarle los nombres,
las confidencias que guardaba.
Caja de caudales populares.
Tu bolso intacto,
puro como tus ojos y tus manos,
tierno como caricia
de madre pueblerina,
rebelde como huelga o guerrilla.
Tu bolso, fruto perenne
sigue guardando el dulzor
de los días de esplendor solar.
José Serquén Hernández